Apuntes de Orlando Jorge Mera

Sin dudas, la presidenta Dilma Rousseff está pasando por su peor momento en su mandato. Su popularidad está en el punto más bajo. Dos factores han coincido: Primero, la crisis económica; y segundo, las fuertes acusaciones de corrupción, que ya tocan a personajes claves del Partido de los Trabajadores, con vinculaciones al expresidente Lula y a la propia presidenta.

Una nueva ola de protestas que exigen el enjuiciamiento político de la presidenta se ha escenificado hoy en varias ciudades de Brasil. Al día de hoy, no está claro que el enjuiciamiento se produzca, pero la fragmentación política de la alianza oficial que apoya a la presidenta parece que no podrá sostener su unidad. Y más grave aún, el Partido de los Trabajadores no tiene mayoría, por lo que depende de sus socios, sobre todo de la actitud que asuma el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).

El presidente del PMDB es el actual vicepresidente de Brasil, Michel Temer, quien en sus declaraciones luce con extrema madurez, siempre llamando a la unidad:

Para algunos, Temer es un faro en medio de la tormenta de Brasil. Solo el tiempo dirá, si el vicepresidente es sincero en el sentido de que apoyará a la presidenta hasta el final de su mandato, o si, imitando a Frank Underwood en la serie House of Cards, llegado el momento, le sacará la alfombra de los pies a Dilma, para convertirse en el próximo presidente de Brasil.

«El PT está viejo. Yo tengo 69 años, yo estoy cansado, yo estoy hablando de las mismas cosas que hablaba en 1980, sigo pensando que es hora de hacer una revolución en este partido, una revolución interna, colocar gente nueva, gente que piensa diferente».

El expresidente de Brasil, Lula, en unas declaraciones, ante el declive de la popularidad de la presidenta Dilma Rousseff, y ante los escándalos de corrupción de Petrobras.

Hay que oirlo y verlo:

Ver a Dilma y a Lula, juntos, encima de una camioneta, haciendo en campaña en São Paulo, Brasil, es el mejor indicio de que la unión hace la fuerza. Lula es el maestro. Dilma es el delfín. Ambos saben que, en las actuales circunstancias, se necesitan, y solo si los dos tiran para el mismo lado, serán más fuertes, y Dilma podría ganar en la segunda vuelta electoral. La primera vuelta es el 5 de octubre. Por estas latitudes, nos queda mucho por aprender.

Extraordinario relato de Lula sobre el Brasil de ayer, de hoy y de mañana:

Dilma y Lula siguen dando formidables lecciones de política. El pasado sábado, Dilma fue electa candidata presidencial a la reelección en Brasil. Lula estuvo todo el tiempo a su lado, y con palabras de elogio hacia ella.

Interesante encuentro del expresidente de Brasil, Lula, con blogueros. Si alguien pensaba que los blogs estaban muertos, están equivocados. Están más vivos que nunca. Lula lo demuestra. Al inicio del encuentro, Lula se refiere a sus relaciones con la presidenta Dilma Rousseff, y lo delicado que es su papel como expresidente, sin ser candidato y su apoyo irrestricto a la presidenta. El encuentro duró más de tres horas. Vale la pena verlo y oírlo.

Vale recordarlo, pero la democracia brasileña solo tiene 26 años de vigencia, luego de haber pasado 50 años de dictadura. Solo recordar que la democracia fue interrumpida en 1964 con un golpe de estado militar que permaneció hasta 1985. Es decir, que los avances institucionales de Brasil lo ha logrado en 26 años. El mensaje de Lula es muy claro: «Seremos el país que queremos si garantizamos la democracia». Nos quedan muchas lecciones por aprender.

Lula y Dilma en Brasilia.

Esta foto refleja el éxito de la mejor alianza política que se recuerde en América Latina, la del Partido de los Trabajadores en Brasil. Ya lo he escrito en otras ocasiones, Lula fue el constructor de la zapata, y Dilma es la transformadora. El uno para el otro, y el otro para el uno. Ver sus sonrisas en una reunión de trabajo reciente en Brasilia es la mejor demostración. Por estas latitudes, nos queda mucho por aprender.

Cuando un partido tiene una historia que contar, obliga a sus miembros a defenderla. Cuando un partido hace transformaciones en una sociedad, sus militantes se sienten orgullosos. Cuando un partido es el primer partido democrático de una nación, fundado por hombres y mujeres que sacrificaron sus vidas por la democracia, es para tenerlo siempre presente. Cuando en un partido de esas condiciones, hay diferencias entre sus líderes, jamás esas diferencias pueden sepultar la historia partidaria. Dicho en sus propias palabras, es lo que Lula quiere recordar al celebrar el 34 aniversario del Partido de los Trabajadores.

En estas latitudes, tenemos que vernos en ese espejo.