El pasado martes escribí sobre la crisis que está viviendo el partido Unión por un Movimiento Popular (UMP) en Francia, luego de las elecciones internas para elegir al presidente de esta organización política. Aunque es un partido de derecha (no es de mi simpatía electoral), resulta interesante ver cómo sus líderes están abordando la referida crisis, que según las noticias de prensa, se juega su propia supervivencia.
¿Qué es lo que ha sucedido? El pasado domingo se celebraron las elecciones internas para elegir al presidente de la UMP, en sustitución de Nicolás Sarkozy. La competencia estaba cerrada entre dos candidatos: François Fillon, quien fue primer ministro en el gobierno de Sarkozy, y Jean-François Copé, quien era el secretario general del partido. Al cierre del escrutinio, la comisión electoral declaró que Copé había ganado por 98 votos, una contienda cerrada, en la que no había una claro ganador. Al otro día, Fillon declaró originalmente que aceptaba los resultados, aunque pedía una serie de explicaciones. Luego, horas después, se filtró que la comisión electoral no había computado tres colegios electorales de ultramar, por lo que, a juicio de Fillón, los resultados serían diferentes. La crisis estaba planteada, con un partido polarizado.
Ante las posiciones encontradas, más el conjunto de acusaciones de irregularidades en el proceso electoral, se produce la labor de mediación de Alain Juppé, fundador del partido, quien impone una serie de condiciones, entre ellas, el cese de los ataques personales mientras dure este proceso. Según Le Monde, Juppé se reunirá con Copé y Fillon el domingo por la tarde. La idea de Juppé es hacer una revisión del proceso, sin violentar la propia normativa de la UMP que establece una Comisión Electoral como instancia de apelación, y luego la Dirección Nacional del partido que avala o no los resultados electorales.
Quien tiene que conducirse con mucho cuidado y prudencia es Copé, quien ya ha sido declarado ganador del proceso. Es quien tiene que buscar la unidad partidaria, con respeto a Fillon, quien, sin dudas representa la otra mitad del partido. Fillon, por su parte, no va a aceptar posiciones dentro de la directiva, luego de haber sido primer ministro y presidente en funciones del partido. La solución debe ser prográmatica y de modernización del partido, para que este espectáculo no se vuelva a repetir.
Finalmente, otro actor que es importante, pero que no va a intervenir es Nicolás Sarkozy, quien ha emitido una declaración escueta pidiendo la unidad partidaria. Sarkozy está siendo procesado judicialmente, razón que le impide tomar partida en este momento.
Desde estas latitudes, en donde hemos vivido procesos similares, veo la crisis de la UMP, como «Déjà vu«, con la esperanza de que podamos superar nuestras propias dificultades. El caso de la UMP tiene lecciones muy interesantes. Continuaré dando seguimiento a este proceso.
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